Retozarse con Igor se convirtió en el pan de cada día. Cada noche su mano desaparecía por arte de magia debajo del edredón acudiendo a la llamada del vigor de Igor.Miriam estaba tan ensimismada con él que no podía parar de alabar cada una de sus características como una auténtica enamorada hasta las trancas, pasando por alto un pequeñísimo detalle, que ella se encontraba comprometida.
En consecuencia, su hasta entonces prometido, tras aguantar estoicamente el dolor de cervicales debido al peso de su cornamenta, decidió anular la boda. Al terminar Gran Hermano, Igor puso en marcha la maquinaria necesaria para recuperar a su familia y mientras, Miriam, despechada y víctima de sí misma se quedaba compuesta, sin novio y con un vestido de boda colgado en el armario de su casa para alimento de las polillas.
Y ahora, tras el sonado culebrón venezolano que se empeñó en interpretar en la casa, Miriam parece haber abierto de nuevo su corazón al amor, haber encontrado sustituto a Mai e Igor por este chico, Juan Manuel, y encontrarse feliz como una perdiz y pletórica como un caballo con cascos nuevos. Una relación a voces que la misma Miriam insiste en proclamar a los cuatro vientos como si tuviera mono de sentirse observada las 24 horas del día.
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